A cuatro manos, la escritora y extranjera –como a ella le gusta llamarse–
Clara Obligado y Raúl de Tapia, biólogo, botánico y degustador de paisajes
–como a él le gusta llamarse– se internan en un bosque donde las raíces
de las letras y las ciencias se unen. Memoria y naturaleza, ramas y raíces, lo
aéreo y lo subterráneo. Y el fuego, ese pavor.
Un árbol de compañía habla de lo que nos une al suelo y de lo que nos hace
devorar el aire. Es una bella y poderosa reflexión sobre la vida de nuestros
árboles, su respiración, lo que significan para nuestras vidas.