El autor no se ha dejado seducir por la publicidad de la prosa, sino que la ha tomado como herramienta para irse hacia dentro, hacia las profundidades del trabajo poético, de la oscuridad psíquica, del misterio mismo de la escritura. Y, en ese movimiento, logra una exploración de la forma, no un simple conglomerado de notas: entre idas y venidas, precisiones, añadidos, apuntes que remiten a otros o los corrigen.