Mientras en La Habana Nat King Cole cautiva al público del Tropicana, Marlon Brando se deleita sin prejuicios en la madrugada y el mafioso Meyer Lansky consolida su imperio de casinos a los pies de la Sierra Maestra, el guajiro Plácido Navarro lucha por su vida. El sargento Montesino, esbirro de las tropas de Batista, lo tiene en su punto de mira, quizá más por cuestiones de faldas que por razones políticas.
Pero en esa vaina Plácido ya se ha metido, aunque no lo desee, arrastrado por Magalys, la bella conspiradora de la que se ha enamorado. Y no le quedará más remedio que echarse al monte con los barbudos si pretende contar el cuento.
Con trazas de picaresca caribeña, ritmo de novela de aventuras, un lenguaje exuberante y la historia real de sus padres como trasfondo, Alberto Guerra Naranjo escribe un retrato inédito de la Revolución cubana: la historia de aquellos que no tenían nada que perder.
«Alzarse en las montañas de la Sierra Maestra era el antídoto que deseaban casi todos los clandestinos, y quien años después sería mi padre, para evitarse la tortura; algo peor que la muerte.»