«La lectura de Lévi-Strauss me descubrió tantas cosas el nuevo festín de Esopo y despertó en mí tales interrogaciones que, casi sin darme cuenta, hice algunos apuntes. Este texto es el resultado de mi lectura.» Con estas palabras, el Nobel de literatura Octavio Paz emprende una lúcida reflexión sobre la obra del prestigioso antropólogo francés, que celebra ahora su centenario en vida. Desde puntos de vista distintos y a veces opuestos, ambos autores coinciden en ver al hombre como emisor de signos y, simultáneamente, como un signo entre los signos. Así, estas páginas constituyen una lúcida introducción al estructuralismo, pero también una exposición de las ideas de Paz sobre el lenguaje. El nuevo festín de Esopo –alusión al célebre apólogo de las lenguas del fabulista clásico- es una alegoría de la convivencia humana: toda reflexión sobre el hombre comienza o culmina en una interrogación sobre el lenguaje y los significados. Si la sociedad es un sistema de comunicaciones, ¿podemos descifrar el lenguaje con que los hombres se comunican desde el origen de la especie?